Un nuevo estudio, realizado en el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan, detectó que cuanto más contenta esté la mujer con su matrimonio, más feliz estará el esposo con su vida, sin importar cómo se sienta él respecto a su unión.

En pocas palabras: La felicidad de la esposa es más crucial que la del esposo para mantener el matrimonio encaminado.

Las psicólogas Deborah Carr y Vicki Freedman, profesoras de la Universidad de Michigan, realizaron una investigación en la que detectaron que la felicidad conyugal del esposo y la satisfacción con la vida se fortalece cuando su esposa también reporta un matrimonio feliz. Por el contrario, su felicidad se ve disminuida cuando la mujer reporta que no se siente a gusto con la relación.

Para dicha investigación se tomó una muestra de parejas en las que ambos tenían 50 años. Las investigadoras consideraron los datos de un estudio de panel nacional de familias en los Estados Unidos, en el que participaron 18 mil personas miembros de 5 mil familias.

Para el proceso se pidió que los voluntarios respondieran un cuestionario de 15 a 20 minutos, que incluía preguntas tipo: ¿Qué tan satisfecho está usted con su vida en estos días? ¿Puede abrirse con su pareja si necesita hablar sobre sus preocupaciones? Entre otras.

Las investigadoras Carr y Freedmanse se dieron cuenta que, con el tiempo, tanto los hombres como mujeres mayores se vuelven más limitados y reducen sus redes sociales, para incluir sólo a aquellos con los que están más cerca y rescatan relaciones que consideran más importantes para su bienestar en general.

Cuando sus contactos sociales se reducen, los cónyuges pueden ser cada vez más dependientes entre sí, en especial para mejorar su calidad de vida.

Carr y Freedman encontraron que la calidad del matrimonio y la satisfacción vital de un hombre dependen de las evaluaciones matrimoniales de su esposa. Si ella reveló resultados altos y positivos en el cuestionario, el hombre se sentirá de la misma forma.

A pesar de que un hombre vea su matrimonio de manera desfavorable, puede seguir disfrutando la vida si su esposa ve la unión de manera satisfactoria. Caso contrario en las mujeres, pues ese resultado no se mostró en ellas. Estos patrones pueden reflejar interacciones de género y comunicación dentro del matrimonio.

Por lo general, las mujeres brindan un mayor apoyo para mejorar la salud de los esposos, algo que no sucede al contrario. Este apoyo emocional y práctico está vinculado a sus propios niveles de felicidad conyugal.

Su teoría de que la mujer debe estar feliz para que el matrimonio se mantenga, tomó fuerza al ver que los resultados de la investigación mostraron que es más probable que las mujeres intenten involucrar a sus parejas en problemas matrimoniales.

Por ejemplo, una mujer felizmente casada alaba aspectos positivos de su pareja; mientras que una mujer que se siente infeliz en la unión critica constantemente a su esposo.

Por el contrario, los hombres tienden a adoptar una actitud más pasiva y prefieren no expresar cómo se sienten. Sus sentimientos hacia el matrimonio pueden no transmitírselos a su pareja, de acuerdo con Carr y Freedman.

Para los esposos, la satisfacción de la vida se ve reforzada por la felicidad matrimonial de las esposas, incluso entre los hombres que ven su matrimonio desfavorablemente.

Las evaluaciones indicaron que la calidad matrimonial de hombres y mujeres están determinadas por los beneficios percibidos para el esposo. Una pareja en la que ambos reportan una alta satisfacción puede ser en la que la esposa da mucho y la otra parte siente que recibe mucho, lo que mejora la satisfacción de su vida.

Deborah Carr considera que todo se reduce al hecho de que cuando una esposa está satisfecha con su matrimonio, ella tiende a hacer mucho más por su esposo, lo que trae un efecto positivo en sus vidas.