*Periodistas del Border Hub y activistas exhortan a los gobiernos a invertir más recursos en la vigilancia e inspección para conservación de los ecosistemas y no limitarse a elaborar listados de especies en riesgo

*Durante el diálogo Vida silvestre en riesgo: impactos de la corrupción en el Norte de México, se expusieron los casos del perrito llanero mexicano en Nuevo León y el tráfico indiscriminado de peyote a través de la frontera norte

A 21 de julio de 2023.

Por Iniciativa Sinaloa

Planes de manejo desactualizados, falta de presupuesto para inspección y vigilancia, omisión ante el tráfico de especies silvestres y tolerancia a la destrucción de su hábitat, fueron algunos de los problemas que expusieron periodistas y activistas durante el diálogo Vida silvestre en riesgo: impactos de la corrupción en el Norte de México.

Durante el panel, organizado por Iniciativa Sinaloa y el Border Hub, se abordaron dos casos que han sido motivo de investigaciones para el Hub de Periodismo de la Frontera Norte: uno de ellos es el del perrito llanero mexicano (Cynomys mexicanus), una especie endémica y en peligro de extinción según la NOM-059-SEMARNAT-2010, que cuenta con una de sus principales zonas de distribución en el municipio de Galeana al sur de Nuevo León.

El otro caso se refiere al tráfico indiscriminado de peyote (Lophophora williamsii), una planta sagrada para grupos indígenas como los Wixárika o huicholes en estados como Nayarit, Jalisco y Durango del lado de México, como para la Iglesia Nativa Americana en el sur de Texas, pero del que no existe un control y se realiza un turismo clandestino para su consumo.

Perrito llanero: plan de manejo desfasado

Los periodistas Gabriela Villegas y Leonardo González expusieron cómo a un año de la publicación de su reportaje Acaban con el hábitat de los últimos perritos llaneros mexicanos, los tractores siguen arrasando sus madrigueras en la zona de la Hediondilla en el municipio de Galeana, sin que las autoridades hagan algo para frenar esta situación.

Leonardo González lamentó que desde 2002 se firmó el decreto para declarar tres áreas naturales para la protección del perrito de la pradera: “El Llano de la Soledad”, “La Trinidad” y “La Hediondilla”; sin embargo, desde entonces, no se establece un plan de manejo para la conservación de esta especie.

“Desde hace años, organizaciones como Pronatura Noreste han venido denunciando esto, pero se han enfrentado con el abandono de las instituciones de los tres niveles de gobierno; desde hace 20 años se creó un plan de manejo pero prácticamente lo dejaron así, ya no le movieron y ahora podemos ver las consecuencias”, externó el periodista.

De igual forma, habló de la existencia de una “corrupción legalizada” a través de las concesiones que la Comisión Nacional del Agua ha otorgado por más 102 millones de metros cúbicos de extracción de agua en las áreas protegidas para el perrito de la pradera, en 297 concesiones para el cultivo de papa desde 1994.

En su intervención, Gabriela Villegas, coautora de la investigación, apuntó la falta de sanciones por desmontes o cambios de uso de suelo en este hábitat, ya que en el seguimiento que se hizo de 2019 a 2022 no se presentó ninguna consecuencia para quienes realizan este daño ambiental.

“Al final no había sanciones, los inspectores llegaban, veían el desmonte, clausuraban pero hasta ahí, no hay ninguna consecuencia para quienes destruyen este hábitat, y ese es un problema porque en caso de que se cambie un plan de manejo, quién se va a encargar de hacerlo cumplir”, cuestionó.
Aunque también comentó que la falta de inspectores y la lejanía del lugar contribuyen a que no se den resultados en las revisiones.

Peyote: amenazado por la apropiación cultural

La situación no es mejor para el peyote, una cactácea conocida como hikuri por los índígenas Wixárika, para quienes es una planta sagrada, actualmente objeto de saqueo y apropiación cultural que la pone en riesgo.
Incluso, empresas turísticas ofrecen este tipo de experiencias en México sin tener los conocimientos para ello y no pertenecer a los pueblos indígenas.
Además, no hay proyecto para su protección y los pocos inspectores que existen por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) no están capacitados para distinguir a los especímenes de esta especie en caso de detectar algún traslado o posesión ilegal.

Cristhian Barragán profundizó en este tema en su reportaje En México el tráfico de peyote es un delito sin castigo, en el que expone cómo a pesar de contener una sustancia controlada, como la mescalina, y haber realizado la Profepa 20 operativos con el decomiso de 2,877 peyotes de 2015 a 2022, hasta la fecha no hay ningún detenido.

“Por el tráfico de peyote, la Profepa ha interpuesto 41 denuncias penales contra personas, pero ninguna ha sido sentenciada, esa es otra alerta que encontramos que nos muestra que no hay un interés de las autoridades por investigar qué es lo que hay detrás de esas detenciones”, expuso Barragán.

Por su parte, Pedro Nájera, agroecólogo y fundador de la organización Hablemos de Hikuri, llamó a respetar la cosmovisión de los pueblos indígenas y evitar la apropiación cultural, que ha llevado en gran medida al tráfico de la especie, el cual según la investigación periodística se da no solo entre la frontera México-Estados Unidos sino también a otros países como Tailandia, Japón y países europeos.

Al igual que Barragán, lamentó que las denuncias sobre el tráfico de peyote no han sido atendidas, justificándose en la falta de recursos y saturación de carga de trabajo en las procuradurías o fiscalías.

“Empezamos a poner el dedo en el renglón, a preguntar al gobierno y a las instituciones que está pasando, que está habiendo una red de tráfico, pero las denuncias que hacemos sobre saqueo, sobre tráfico, sobre personas que hacen ceremonias apócrifas, no llegan a gran cosa”, resaltó Nájera.

Actualmente, el peyote se encuentra enlistado como especie en estatus de protección especial por la NOM-059-2010. Sin embargo, para el especialista, es más importante tener un enfoque de conservar los ecosistemas y no solo las especies o especímenes en lo individual, puesto que puede ser un “arma de doble filo”

“Por un lado le poner una etiqueta a unas especies de que esas son importantes y las demás no, además de que pones un aviso de que esas son las más valiosas; pero por otro, si no se mencionan se invisibilizan, se les pasa la máquina encima y no nos damos cuenta”, externó.

En suma, los ponentes coincidieron en que ambos casos arrojan aprendizajes para una política pública más efectiva, que sobre todo, insistieron, debe ser actualizada para responder a las necesidades reales del medio ambiente y las comunidades, pero sobre todo enfatizaron en la necesidad de involucrar a toda la sociedad para actúe en pro de la conservación.